Igual no a todos nos gusta cumplir años pero ¡¡¡eso no quiere decir que queramos quedarnos sin nuestra tarta!!!
Y es que pocas costumbres se repiten en tantos países distintos como el de soplar las velas de una tarta.
Su origen se remonta a la Alemania del siglo XVIII donde se celebraba la fiesta del kinderfest colocando dos velas en el pastel del niño, una representaba la luz de su vida y la otra los años venideros. Las llamas tenían que estar encendidas todo el día y al final de la jornada se apagaban de un soplido. El humo que despedían las velas ayudaba a trasladar a Dios el deseo que pedimos por nuestro cumpleaños.
¡Así que según esta tradición deberíamos poner una vela más en nuestra tarta siempre!